25.9.08

Edificios que impresionan... y enamoran

Nadie (excepto los estudiantes de arquitectura, supongo) piensa que viaja para ver edificios, pero las construcciones de diferentes tipos suponen una parte importante del atractivo turístico de muchos de nuestros viajes y son también buena parte de nuestros recuerdos. Y no me refiero a los edificios como contenedores (los museos, por ejemplo) sino por sí mismos, ya estemos hablando de templos del pasado o de rascacielos del futuro, desde las Pirámides hasta la Torres Petronas pasando por iglesias, mezquitas, castillos y también, por qué no, museos.

Me pongo a pensar en edificios y uno de los primeros que viene a mi memoria es la impresionante Mezquita Azul de Estambul, cuya belleza y armonía exteriores no preludian la deslumbrante magnificencia de su interior, la amplitud de la enorme sala, la luminosidad, la delicadeza de la decoración. Aun recuerdo el shock que sufrí cuando traspasé el umbral y levanté la mirada.

mezquita azul 1

Una de las razones por las que puede impresionarte un edificio es su tamaño: eso es probablemente en lo primero que piensa uno cuando entra en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, la mayor iglesia del mundo y, probablemente, también uno de los mayores templos de cualquier religión. San Pedro no es especialmente bella, hay otras iglesias en Roma que me gustaron más como Il Gesu o San Juan de Letrán, por citar dos; sin embargo lo excepcional de las proporciones de la basílica vaticana hace que irremediablemente nos quedemos sin aliento, más aún si subimos a la tremenda cúpula y disfrutamos desde allí de una de las mejores panorámicas de la Ciudad Eterna.

También el tamaño es una de las claves de la admiración que sentimos por las Pirámides de Giza, pero a ella se une, al menos en mi caso, la especial percepción del tiempo que se tiene ante un monumento que tiene 4.000 años, que era antiguo cuando fue contemplado por César, Marco Antonio y Cleopatra, que era antiquísimo cuando Napoleón pasó por allí con su ejército... Recuerdo que el día que las visité aparcamos el pequeño autobús al pie de la Keops y al bajar la enorme mole de piedra (hay que tener en cuenta que no sólo es alta, sino también grande, una auténtica colina) me dejó poco menos que clavado en el sitio, eran muchas toneladas de piedra y muchos siglos, que también pesan lo suyo.

En otras ocasiones no sólo nos impresiona el edificio en sí, sino también lo que podemos ver desde él. El caso más llamativo al respecto que yo he vivido es, como no, el Empire State Building en Nueva York, que yo esperaba llamativo más que nada por su altura pero que me pareció una preciosa torre con un toque art - decó y neoyorquino maravilloso, pero que además ofrece una vista impresionante de Manhattan, uno de los lugares más especiales del mundo.

ESBview

En España hay muchos edificios que impresionan y enamoran, como ejemplo de ellos podemos hablar de la Catedral de Santiago de Compostela, que además está en una de las plazas más bellas del mundo. Recuerdo una anécdota curiosa relacionada con esta increíble iglesia: en una cumbre internacional que se celebraba en la ciudad gallega (no recuerdo ahora a santo de qué) estaban invitados mandatarios y dirigentes de todo el mundo. Uno de ellos era Mijaíl Gorbachov, un señor que algo había viajado y que vivía en una chozita como el Kremlin. Pues bien, al salir del enorme coche oficial recuerdo el gesto de sorpresa del líder soviético, que contempló la fachada del Obradoiro con un gesto similar al que habría hecho, creo yo, de ver un OVNI en mitad de la plaza con hombrecillos verdes y todo.

Pero no sólo los edificios grandes o altos nos impresionan y nos enamoran, también caemos fascinados ante la encantadora pobreza del prerrománico asturiano, frente a la delicadeza sublime de los palacios y los jardines de la Alhambra, con el maravilloso modernismo de la Casa Batlló de Gaudí o con la belleza barroca de San Carlos de las Cuatro Fuentes, la pequeña iglesia de Roma de la que se decía que cabría en uno de los pilares de San Pedro.

Y es que el tamaño no siempre importa.

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