No se dejen engañar, el Atomium no es demasiado bonito; espectacular quizá, pero tampoco tanto como la Torre Eiffel, por poner un ejemplo (y eso que tiene bastantes años menos, o quizá precisamente por eso, no sé). Sin embargo, no deja de ser una visita interesante que hacer en Bruselas y, sobre todo, tiene una virtud que los que siempre llevamos la cámara colgando en nuestros viajes: es tremendamente fotogénico.
Como muchos de ustedes sabrán, el Atomium se construyó para la Exposición Universal Celebrada en la capital belga en 1958. Fue un diseño del ingeniero André Waterkeyn y sus nueve bolas de acero interconectadas representan un cristal de hierro ampliado 165 mil millones de veces, o al menos eso es lo que dice la Wikipedia pues, como comprenderán, el día de mi visita no me aprendí la cifra de memoria.
La idea al levantarlo era que durara sólo seis meses, pero el año pasado cumplió medio siglo de vida, aunque para ello tuvo que pasar por una seria restauración de dos años que terminó precisamente en el 2008.
No es el único edificio famoso que ha nacido para una exposición de este estilo, también ese fue el motivo por el que se levantó la Torre Eiffel que mencionábamos antes, e incluso la Plaza de España en Sevilla tuvo su origen en una Exposición Iberoamericana (nosotros siempre dando una nota folclórica).
Eso sí, ahí se acaban todas las posibles comparaciones entre el monumento de Bruselas y la torre parisina, no sólo porque aquella es tres veces más grande que éste (más de 330 metros de altura frente a 105), sino porque el trabajo de Eiffel y sus subordinados supuso un reto arquitectónico inaudito para la época y requirió desarrollar soluciones de ingeniería que nunca antes se habían intentado. El Atomium, si bien es un diseño original, no significó un avance del mismo tipo.
En su interior
Hoy por hoy el Atomium se dedica a lo típico para lo que “sirven” este tipo de monumentos: peculiares salas de exposiciones y, como mucho, un restaurante. En este caso algunas de las “bolas” nos cuentan lo que supuso la Exposición Universal para la Bélgica de los años 50, con algunos detalles sobre la su organización y unos bonitos carteles de la época.
Otras “bolas” se dedican a exposiciones temporales, de las típicas sin demasiado interés y con un montaje audiovisual para que las visiten los colegios. Aunque la verdad es que tampoco las grandes esferas de 18 metros de diámetro parecen un lugar muy óptimo para el montaje de cualquier exposición.
Por último, la más alta de las plataformas es el típico mirador – restaurante, aunque en este caso las vistas tampoco son nada muy allá: el Atomium está en las afueras de la ciudad y no hay nada muy interesante que ver por allí.
Si que son llamativas las escaleras que unen las diferentes esferas, los tubos que se ven desde el exterior y que me parecieron de lo más estético del conjunto, aunque no sabría explicarles la razón. Quizá fuese ese aire futurista – sesentero de película mala de ciencia ficción, lo cierto es que tienen su gracia.
Pero lo mejor, como les decía al principio, es la fotogenia del conjunto: con gran angular, con tele, de una de las esferas a las otras, en las escaleras… Todo parece más interesante a través del visor de la cámara, así que aquellos que cuando vuelven de una ciudad han acumulado unas cuantas decenas de fotos en su cámara seguro que disfrutarán de su visita al Atomium.
Los demás también, no crean, pero por si acaso tampoco eleven mucho el listón de sus expectativas.
Y si alguien quiere más...
Página oficial del Atomium
El Atomium en la Wikipedia
Galería de mis fotos del Atomium
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