Aunque no sea tan famoso como otros grandes hoteles de Jerusalén (por ejemplo, el Rey David), el Inbal Hotel en el que me alojé cuando visité Israel sí que ha alcanzado un prestigio notable y, según nos contó el excelente guía Ofer (que además es jerosolimitano), "los que saben" lo tienen como uno de los mejores de la ciudad. Además, también según Ofer, el suyo es el mejor desayuno disponible en la Ciudad Santa; todo kosher, por supuesto.
Una imagen del comedor de desayunos Carmel
El bar también estaba francamente bien y su amplio patio era un lugar fantástico en el que desayunar leyendo el Jerusalem Post.
Las habitaciones eran amplias y cómodas, decoradas en un estilo moderno y agradable y con un espléndido cuarto de baño.
Una de las habitaciones del hotel
Desde muchas de ellas (no la que yo tuve, por desgracia) se disfruta una fantástica vista de la Ciudad Vieja, vista que también está a disposición de los clientes que utilicen a la piscina de la parte trasera, no demasiado grande pero absolutamente deliciosa.
El servicio, al menos por lo que a mi respecta, fue excelente y la única pega que le pondría era la conexión a internet: wifi disponible en todas las habitaciones, sí, pero el precio, que ahora no recuerdo exactamente, me pareció de escándalo.
El hotel tiene, como otras muchas cosas en Israel, algunos detalles que sorprenderán al viajero que no conozca el país: uno es el desayuno kosher que les contaba, sin bacon o embutidos; otro, mejor aún, es el "ascensor del sabbat".
El ascensor del sabbat
La cosa trata de que, como muchos de ustedes sabrán, durante su día de descanso semanal, el sabbat, los judíos religiosos tienen terminantemente prohibido trabajar, cada grupo y casi cada individuo interpreta esta prohibición de una forma más o menos estricta, pero los más religiosos se lo toman muy en serio y les están vedadas actividades que muchos ni tan siquiera consideraríamos como trabajo: andar más de lo imprescindible, cocinar, usar la luz eléctrica o aparatos que funcionen con ella...
No obstante, el pueblo judío tiene un marcado acento práctico, así que la ley divina es "sorteada" de formas ingeniosas: usar un ascensor debería estar prohibido, pero si no se pulsan los botones no se considera que se esté usando, es como si uno sólo "pasase por ahí". Ustedes pensarán que para usar un ascensor es imprescindible pulsar los botones y es cierto... siempre que el elevador no se pare en todas las plantas de forma automática, que es justamente lo que hace el ascensor del sabbat.
Obviamente, esto no es una particularidad del Inbal, sino que prácticamente todos los hoteles de Israel tienen, al menos, un ascensor similar.
Volviendo al tema de este artículo, que es el Inbal Hotel, para que ustedes vean que mis elogios no son desmedidos, he comprobado al escribir este artículo que, para los lectores de Trip Advisor, esa interesante página sobre viajes de la que ya les he hablado, es el mejor hotel de Jerusalén.
La nota media es un 4,5 sobre 5, no está nada mal, ¿no?.
PD.: Las fotografías están tomadas de la página web del hotel.
1 comentario:
Nunca me hubiera imaginado que en el sabbat los israelíes no pudieran pulsar el botón de un ascensor. Interesante cultura para conocer.
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