15.9.09

¿Son (somos) los turistas un estorbo para los turistas?

El pasado domingo comentábamos en Estamos de fin de semana la lista de los destinos más sobrevalorados del mundo tal y como fue publicada en Times Online y que, ya que estamos, les recuerdo: Stonehenge, Petra, el Coliseo, Machu Picchu y Angkor Vat.

Como verán, el listado es de primera y recibía una crítica bastante dura centrada, sobre todo, en que se trata de lugares o monumentos que habitualmente están llenos de gente. En realidad creo que el artículo era en parte un juego, puesto que su intención es promocionar un libro sobre destinos turísticos menos explotados, “El camino menos transitado”, pero sí que hay algo de cierto en que en muchas ocasiones la acumulación de visitantes hace que sea más difícil disfrutar de un monumento o de un lugar.

Dicho de otro modo: ¿Son (somos) los turistas un estorbo para los turistas?

Planteada la cuestión en estos términos hay varias reflexiones que me vienen a la
cabeza: la primera es que en muchas ocasiones, no siempre, bajo ese tipo de razones hay una concepción del turismo como algo que afortunadamente ya hace mucho tiempo que no es: un producto de lujo, elitista y reservado a unos pocos.

Es obvio que si más gente puede viajar habrá más gente en muchos de los lugares a los que vayamos, que además si nos interesan a nosotros es probable que interesen a otros muchos. Resumiendo: tendremos que aguantarnos.

¿Hasta que punto afecta esto a nuestra experiencia? Pues depende, en esto como en todo se puede tener mejor o peor suerte, como ya comentamos por aquí hay actitudes para viajar que pueden estropear el viaje a cualquiera que pase por allí, pero también hay gente que viaja civilizadamente e incluso que puede ayudarnos en un momento dado.

Y también es cuestión de “trabajarse” un poco el viaje para evitar en lo posible que nos ocurra esto, para lo que se me ocurren algunas ideas sencillas:

- Procure evitar las temporadas altas.
- Huya de los grupos organizados y de las visitas organizadas.
- Siga horarios “alternativos” (por ejemplo, los museos suelen tener menos gente poco antes del cierre y los monumentos tampoco suelen estar tan transitados al abrirse). También puede aprovechar horas como las de la comida.
- Obviamente, mejor viajar entre semana.
- Dedique más tiempo a cada lugar, así encontrará “huecos” en los que no haya tanta gente.
- No deje de visitar los lugares más conocidos, pero quizá no es necesario que haga por completo el itinerario que marcan en todas las guías de viaje.

En cualquier caso, y como ya comenté en la radio, el buen viajero tiene que aprender a saborear algunos lugares a pesar de que la experiencia no sea todo lo solitaria y agradable que nos gustaría, probablemente nunca estaremos solos en la Capilla Sixtina, así que concentrémonos en las pinturas y olvidemos lo que nos rodea.

1 comentario:

Francisco Miranda dijo...

Es muy habitual que un viajero considere que un destino se ha masificado excesivamente después de visitarlo, sin darse cuenta de que su presencia allí contribuía al mismo fenómeno.

Evidentemente a muchos turistas les gustaría ser los únicos visitantes pero eso no sería nada democrático. El fenómeno se debe a puro egoismo y falaz análisis de la realidad.