Un post en Alt1040 sobre un impresionante lugar de Japón que recibe visitas de turistas (y que, desde luego, yo visitaría de tener la oportunidad) me ha hecho pensar en lo que podríamos llamar "turismo del subsuelo" y, pensando pensando, resulta que es algo bastante más habitual de lo que pensamos.
Obviamente, cosas como los inmensos colectores anti-tifones de Saitama no son muy habituales, pero sí hay muchas atracciones turísticas que, por completo o en parte, se encuentran bajo tierra.
Probablemente en lo primero que pensamos alrededor de este tema es en cuevas, sobre todo en aquellas con estalactitas y estalagmitas que adoptan formas sorprendentes y con parecidos más sospechosos que otra cosa, al menos para mí, que jamás he conseguido ver al perro en la "roca del perro" ni a la sagrada familia en la "roca de sagrada familia". De éstas visité hace unos años la espectacular Cueva de Nerja, que es, desde luego, una imponente maravilla de la naturaleza.
Otro tipo de cuevas son aquellas en las que nuestros ancestros dejaron muestras de su arte, algunas de bastante actualidad como las del norte de España que han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La más conocida de ellas, Altamira (que ya fue reconocida por la UNESCO hace años) se puede visitar en el subsuelo de Madrid en una reproducción junto al Museo Arqueológico de la capital.
También bajo tierra están las tumbas de los faraones egipcios, las de las Pirámides (aunque aquí sería más correcto decir "bajo piedra"), y sobre todo las del Valle de los Reyes y el Valle de las Reinas, lugares especiales donde los haya y de lo más impactante de Egipto, a pesar de que nos toque compartirlo con centenares de turistas, algo que es inevitable que le reste parte del encanto. No obstante, con o sin cientos de turistas a su alrededor, la belleza de las pinturas y la sensación de estar en un lugar de cerca de 3.000 años de antigüedad hacen del Valle de los Reyes uno de los imprescindibles del "turismo subterráneo" y una de esas visitas que usted no olvidará en su vida.
El metro de Moscú es otro de los lugares que vienen a nuestra mente si pensamos en turismo subterráneo, ya que tiene fama de ser el más bello y ornamentado del mundo. En Nueva York el metro es sin duda mucho menos hermoso pero creo que tampoco se entendería la Gran Manzana sin conocer su medio de transporte más práctico y popular (que no en todo su recorrido es subterráneo, por cierto) y que ya tiene algo de fetiche turístico.
Roma ofrece también una importante cantidad de atracciones turísticas lejos de la luz del sol, por supuesto sus famosas Catacumbas, un lugar muy especial aunque no destaque precisamente por su belleza; pero también hay otras cosas en la ciudad que merecen que abandonemos la superficie: los sótanos de San Pedro nos esperan con sus tumbas de papas y santos, por ejemplo, y una de las visitas más interesantes que se pueden hacer en Roma (y, ojo, que estamos hablando de la Ciudad Eterna), es la de la Basílica de San Clemente, una iglesia en cuyo subsuelo se pueden ver los restos de los templos anteriores hasta edificios fechados en el siglo I.
En París también hay catacumbas y son enormes, aunque sólo están abiertas al público en una pequeña parte. Ninguna de las ocasiones que he estado allí he tenido la oportunidad de visitarlas pero parecen una excursión de lo más tentadora y espero tener ocasión la próxima vez, sobre todo después de leer el inquietante artículo sobre ellas en la wikipedia.
Seguro que me dejo muchas cosas: minas abandonadas que ahora son como museos, bunkers de viejas guerras, lugares extraños... pero creo que con los ejemplos que hemos visto queda ya de sobra demostrado que allá donde no llega el sol sí pueden llegar los turistas.
Y si a alguien se le ocurren más sitios que no deje de recomendárnoslos en los comentarios.
PD.: Las fotos las he tomado de la Wikipedia, la de la cueva de Nerja es de Luzzyacentillo, la del metro moscovita de Worldtraveller. Gracias a ambos.
12.7.08
El turismo del subsuelo, algo más habitual de lo creemos
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